Relatos de fantasmas

Relatos de fantasmas, Steven Zorn, Ed. Vicens-Vives

Resumen

El libro trata sobre varias historias de terror. El mejor relato de este libro es La litera superior, que trata de un hombre que comparte camarote en un barco con un muerto viviente.

En mi opinión el libro me ha gustado porque es muy fácil de leer ya que los relatos tienen poco más de tres páginas cada uno y aparte los relatos son muy interesantes y mantienen el suspense.

Jordi Sierra i Fabra

Jordi Sierra i Fabra nació el 26 de julio de 1947 en Barcelona.
Destaca por la variedad de registros, ya que escribe sobre todos los géneros literarios.
Su primera novela fue con 12 años, de 500 páginas.
En 1970 abandonó sus estudios de Aparejadores (estudiaba por las noches) y se esforzó para profesionalizarse como comentarista musical.
En 2004 creó la Fundación Jordi Sierra i Fabra en Barcelona destinada a promover la creación literaria entre los jóvenes de lengua española. También impulsó la Fundación Taller de Letras Jordi Sierra i Fabra para Latinoamérica con sede en Medellín (Colombia), que tiene a más de 100.000 niños y jóvenes cada año.

La literatura de Jordi Sierra i Fabra se caracteriza por un uso hábil de los procedimientos narrativos y ha obtenido muchos premios:
En 2006 y 2010 ha sido candidato al Novel de la literatura para jóvenes, el Premio Hans Christian Andersein, representando a España y gana muchísimos premios. Los dos últimos de este año son:
-Premio la Galera Jóvenes Lectores por El extraordinario ingenio parlante del profesor Palermo. (Premio que dan jóvenes sin conocer de antemano el nombre del autor).
-Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil.por Parco, que como no lo hemos leído, os ponemos aquí lo que dicen de él: " La historia arranca en un reformatorio, con un joven asesino, un misterio y un camino por recorrer. Por el camino: el miedo, la angustia, unas circunstancias desesperadas, una búsqueda sin recompensa. Huir, salir, defenderse, luchar, al final dará su recompensa".

Sus obras destacan por la variedad de sus temáticas y registros. Utiliza varios géneros como: ciencia ficción, novela policíaca, infantil, juvenil, historia, poesía, ensayo, cuentos, etc.
En los últimos 25 años sus obras infantiles y juveniles se han publicado en España y América Latina.
Ha sido fundador y director de revistas musicales como El Gran Musical, Disco Exprés o Top Magazine. También ha escrito varios cuentos para pequeños como Teo y Caillou.
Tiene una extensa obra que en 2010 alcanzó 400 libros escritos en castellano y catalán. Algunas de sus obras han sido llevadas a teatros y televisión y se caracterizan por su uso hábil de los procedimientos narrativos. Su estilo directo está marcado por los diálogos, el ritmo, las frases cortas, la intensidad y el suspense.

Algunos de sus libros los hemos leído nosotros y nos gustaron tanto que los hemos recomendado en este blog. Pinchando en los títulos veréis lo que decimos de ellos. Estos libros son:

Campos de fresas que trata sobre el tema de las drogas a través de la historia de una chica que toma éxtasis y cae en coma. Mientras su novio y su familia buscan al camello para encontrar el remedio para Luciana, que así se llama la chica.

Llamando a las puertas del cielo que trata sobre la vida en la India y la situación de  Silvia cuando se va a trabajar allí a una cooperativa. También vive una historia de amor no correspondido. 

Este libro recibió el premio Edebé de Literatura juvenil en 2006.

Las chicas de alambre trata sobre la vida de las modelos y de lo dura que es (problemas de anorexia, suicidio, drogas, etc.). El caso de la desaparición de tres modelos famosas es investigado por un periodista que tuvo una relación con una modelo y viaja para buscar información.

97 formas de decir "te quiero" trata sobre un chico estudiante que sin esperarlo, se encuentra con una chica que dice ser la reencarnación de ellos dos. Este empieza a investigar sobre ello.

En resumen, este autor gusta porque sus principales temas son de misterio, amor  y viajes sus novelas están escritas de tal manera que te van dando detalles conforme vas leyendo el libro y sus finales son siempre sorprendentes.



Eva Arteaga, Luz María Burrero, Salvador Moya, Diego J. Pulido, María Rodríguez y Lidia Terroba. 

Relato de un día de Feria (1)

Estamos en Feria. Esta es la típica época donde todo el mundo está revolucionado, donde la gente se gasta un montón de dinero en trajes para después mancharlos con el alvero. Esta semana, donde todos vuelven de madrugada borrachos, apestando a alcohol y los niños hasta con los zapatos quitados.
Un día del año pasado, fui a la Feria con mis amigos, era la primera vez que iba. Fuimos a la caseta de mi prima Isabel. Después de estar allí un rato, salimos a dar una vuelta y a buscar a unos amigos. Cuando ya los encontramos nos fuimos a unos poyetes. Se pusieron a beber y yo, que estaba muerta y con un dolor de pies terribles, me senté a hablar con mi amiga. A esto, que ella se dirigía también a sentarse y se cayó. Yo que no podía levantarla, los demás riéndose y todos los que pasaban por ahí, mirando. Para colmo, pasó su exnovio y le vio el culo. Como ella sabía que llamaría a sus amigos para reírse de ella, mi amiga me pidió que nos fuéramos de allí y así lo hicimos. ¡ Otra vez a andar! Ibamos Marisa, Ana y yo hacia el otro extremo de la Feria. Había un mogollón de gente, todos apegotonados, salimos de aquel enredo y Ana se quedó por el camino.
Los móviles sin batería, los pies sangrando del dolor y con ganas de coger la cama por banda; nos dispusimos a buscarla. Después de una hora, la encontramos en la noria, nos dijo que se quedó allí porque cuando la gente se pierde ese es el lugar de encuentro.
Estábamos agotadas y decimos volver a casa. En el camino de vuelta, se puso a llover y nos tuvimos que refugiar en un portal. Eran las 5 de la mañana y parecíamos copitos de nieve. Nos mantuvimos despiertas como pudimos.
A las 6 dejó de llover y corrimos hacia la estación. Cuando llegamos allí, contentas porque  por fin volvíamos a casa, nos dijeron que hasta las 7 no había autobuses. Total, una hora en un banco rodeada de gente tirada por el suelo.
Al final llegó el autobús, nos bajamos en la primera parada y cada una se fue para su casa.
Cuando llegué a casa, mi madre ya despierta, me preguntó cómo me lo había pasado y yo le dije que nunca más volvería a pisar la Feria.
Me subí a mi cuarto y me quedé dormida profundamente.

Eva Arteaga.

Relato de un día de Feria (2)

Recuerdos de una Feria de abril

Cuando era pequeña, recuerdo la Feria de Sevilla como si fuera algo maravilloso. Recuerdo que cuando entraba en la Feria mi principal paraíso  era la calle del Infierno, donde todos los mayores y pequeños vuelven a su infancia. Es como algo especial:  todo el mundo bailando y cantando.

Hubo una anécdota que me sucedió y fue que yo quería un peluche de uno de los puestos de allí. La casualidad fue que mi amiga también quería el mismo peluche y solo quedaba uno. Después de muchos berrinches decidimos que ya que queríamos las dos el mismo peluche; lo compartiríamos, pero al final de todo, el peluche se perdió. Y cada vez que paso por ese puesto recuerdo el berrinche que cogí de niña, porque tener un peluche de la Feria para mí era como tener el regalo más bonito.

Luz María Burrero.

Relato de un día de Feria (3)

Feria de abril en Sevilla

Este relato trata sobre lo que me pasó el viernes de Feria. Puede que se trate del día mas hermoso del año para aquellos que tienen más ganas de fiesta que Paquirrín en Supervivientes.

Llegué a Sevilla a las seis de la tarde, ¡vaya si pasamos calor! Cuando llegué tenía las axilas que parecía aquello el tsnami de Japón y mis amigos ,como son especiales en todos los sentidos, sudaban por la espalda. Bebimos tanto por la tarde que en vez de casetas veía iglesias con los curas en la puerta. No bebimos nosotros solos sino toda la Feria. Aquello parecía la asociación de la ONCE.

De camino al bus vi a la típica pareja de un poquito más que adultos discutiendo porque el viejete le había tocado el culillo a una joven de 20 años. (Posdata: ese hombre era el hermano mayor de la ONCE). Al llegar al bus no había mucha gente, pero como yo iba de acera en acera de la calle, me metí en el metro. De allí, fíjense si iba mal, que me echaron. Total, que no me dejaron opción de coger el bus y encima en ese momento sí que había cola, más de la cuenta, diría yo. Como iba solo me colé el primero pero como la gente se dio cuenta me echaron a patadas. Después de este terrible suceso, tampoco me dejaron entrar, así que me tuve que ir andando y el pateo fue tan grande que cuando llegué a mi casa mis padres ya habían terminado de almorzar al día siguiente en la Feria.

Salvador Moya Muñoz.

Relatos de un día de Feria (4)

¿Sabéis lo que es tener dinero "pa" la Feria pero no para pagar la casa? Pues eso es típico en Sevilla.
A mí no es que me encante la Feria de Sevilla pero respeto a esas personas super-ilusionadas porque llegue la Semana fantástica de abril.
Yo pienso que una de las cosas más imprescindibles para poder ir a la Feria es tener mucho dinero. Dinero, es lo que le faltaba a esa familia tan pijísima que como dice el dicho, las apariencias engañan. Todos los años van diariamente a la Feria casi las 24 horas del día.
El padre de familia, todos los días con el mismo traje y la misma camisa pero con distinta corbata. Su mujer, todos los días entaconada y siempre con vestidos del "Charco la Pava" pero como he dicho antes que son muy pijos, ella decía que sus trajes eran de "Adolfo Domínguez". Y los niños con pantalones de pinzas con más manchas que el "trapo de un gitano" y con sus blusitas de cuadritos.
Esta familia que iba todos los años sin faltar ni un sólo día, siempre estaban en la caseta de Endesa metidos. Cada vez que entraban en la caseta, la gente murmuraba sobre ellos. Y es que eran capaces de llevarse una hora o dos con el mismo refresco en la mesa, más aguado que un hielo en la Plaza de España en pleno agosto. Todos llegaban a la conclusión de que esta familia mucho aparentaba pero a la hora de la verdad no tenía dinero ni para llevarse un trozo de pan a la boca.
Cuando esta familia se da cuenta de que casi toda las personas de la caseta los criticaban, decidieron no ir nunca más a la fantástica Feria.


María Rodríguez.

Relato de un día de Feria (5)

La Feria de abril 2013.

Las ocho de la tarde de un jueves, sería un jueves normal, como otro cualquiera si no fuera un jueves de Feria. Mis amigos y yo decidimos ir a comprar a un súper cercano a la feria, para no tener que gastar tanto dinero a la hora que quisiéramos beber. Al llegar al súper compramos varias botellas de manzanilla, 7up, vasos y hielos y nos pusimos a preparar lo mejor de la feria, lo que te pone contento, EL REBUJITO.
Hacia calor vestidos de traje y la camisa marcada por el sudor. Pasó media hora cuando aparecieron los que faltaban que rápidamente se unieron a nuestra fiesta. Todo transcurría bien, sin problemas, hablábamos y nos hacíamos fotos con alguna que otra broma entre risas. Poco a poco íbamos cayendo en un mundo en el que no éramos consciente de nada, te puedes reír o llorar por cualquier cosa. En un abrir y cerrar de ojos todo había cambiado, una amiga estaba llorando por un chaval, otra estaba peleada con el novio y este a su vez estaba vomitando de la borrachera que tenia. Mi novia estaba mal, agobiada de ver a sus dos amigas en esa situación. Yo estaba preocupado por ella y para colmo otra amiga nuestra al ver vomitar al chaval de antes, se mareo y cayo al suelo inconsciente con una brecha en la barbilla del impacto contra el suelo. Todo era un caos, mi novia se desvanecía en el suelo del agobio y de pasar de la diversión al agobio en un segundo. Yo, aturdido y mareado fui junto a ella, la tranquilice y seguido vino un chaval que no conocíamos de nada a ayudarnos. Èl llamó a la ambulancia y vinieron a recoger a la desmayada. Mi novia ya calmada, se fue con ella en la ambulancia y yo me quede tranquilizando a las otras dos. Después de diez minutos fuimos a la cruz roja a recoger a mi novia que ya había salido y a nuestra amiga se la llevaron al hospital, al cirujano para que no le quedara cicatriz. Todo se quedó en un susto y dos horas más tarde estábamos todos bien, montándonos en una atracción, volviendo a reír como al comienzo de toda esta historia.

Diego J. Pulido

Relato de un día de Feria (6)

La Feria, ese pequeño oasis de felicidad, ya no porque llega una de las mejores fiestas sevillanas sino porque llega ese puente de cuatro días sin instituto donde hasta los mas pequeños dejan los libros de lado para darse un respiro.

Viernes de Feria:
Empiezan las preparaciones, todo el mundo nervioso, corriendo por coger ese autobús ''Especial Feria'' de Tomares en el que casi siempre vas como sardinas en lata a pesar de que tú has pagado religiosamente tu euro con cincuenta para tener al menos tu espacio vital.
Llegas a la Feria, pues nada, todo muy bonito: niñas pequeñas vestidas de flamenca a conjunto con la madre y con la abuela si es que se puede; los hombres vestidos con trajes de chaqueta; más de doscientas casetas y miles de personas bebiendo, bailando y comiendo un plato muy típico sevillano, la paella. Después de comer, cuando ya ha pasado esa calor infernal de un diecinueve de abril en Sevilla, decides entrar en la calle Infierno. Allí te encuentras toda clase de atracciones para grandes y pequeños. En esta calle las horas se te pasan como minutos y cuando te das cuenta te encuentras sentada en el borde de la atracción de los coches locos grandes con los pies reventados de tanto andar. En ese momento es cuando miras al cielo y ves que ya ha oscurecido, miras el reloj y ves que has perdido el ultimo autobús que va a Tomares. Decides coger el metro y desde allí coger un taxi que te llevaría a tu casa. Y cuando llegas a tu casa caes en tu cama reventada porque parece que te han dado tres palos.


Lidia Terroba.