Se montaron en el coche, que era del padre de Jose que así se llamaba el joven locamente perdido por las curvas de Lucía. El coche era un antiguo Mercedes gris tan bien lavado y tan recientemente que parecía nuevo. Tenía los asientos de piel de caballo marrón oscuro, un ambientador en cada puerta y los cristales tan limpios que parecía que estaban las ventanillas bajadas.
A Lucía le encantaba cada vez más el chico por los detalles que a ella le parecían especiales e inigualables. Tenía unas ganas tremendas de bajarse del coche y tener más acercamiento con él, pero ella estaba inquieta y esperando la iniciativa de Jose por miedo a que él no sintiera lo mismo. De los nervios que tenía, hasta llegó a pensar en buscar una excusa, hacer que parara el coche y salir corriendo, pero como era lógico no veía eso como primera opción. Los dos pensaban para ellos mismos que por fin consiguieron empezar una relación con su media naranja.
Salvador Moya Muñoz.
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